Una carta que parece ensayo

Marzo de 2020

A quien pueda sentirlo,

En “La risa. Ensayo sobre el significado de la comicidad” de Henri Bergson, leí que la insensibilidad es lo que le permite la comicidad de las cosas, se necesita “una anestesia momentánea del corazón”. Hoy en día, es común burlarse de nosotros, la “generación de cristal”, que sufrimos por todo y exageramos todo. ¿Pero realmente hemos perdido el camino? Somos producto de las generaciones que normalizaban el machismo y la misoginia; generaciones que vivían en su propia burbuja, justificando su xenofobia con la ignorancia y el miedo a lo ajeno; generaciones que, como trabajaban y estudiaban, no tenían tiempo para desarrollar problemas psicológicos o preocuparse por algo tan banal como el medio ambiente. Esas son las generaciones que hoy nos dicen: que no existe ninguna diferencia alguna entre feminicidio y homicidio; que “a los hombres también los matan, ¡y los matan más!”; que las mujeres ya tienen todos los privilegios que podrían desear, pero que no pueden atreverse a decidir sobre su cuerpo; que el acoso no existía en sus tiempos; que no son formas de defender nuestros ideales; que toda asiático viene de China y la xenofobia es lo más gracioso que puede existir; que la depresión y la ansiedad es un invento; y que siguen demasiado ocupados para preocuparse por un planeta moribundo.

Considerando lo anterior, lo lógico sería que esta fuese una generación aún más indiferente, que encuentre cómico el momento histórico en el que nos vemos envueltos. Pero la generación de cristal no puede darse esos lujos, no podemos ser parte de ese pánico colectivo, cortesía del COVID-19; no podemos privarnos de sentir el dolor de perder hijas, hermanas, madres, amigas y compañeras todos los días, porque algún hombre privilegiado tuvo la audacia de ponerle un precio a sus vidas; no podemos justificar la homofobia, la xenofobia o el racismo en la desinformación, porque somos la era de la información. Somos producto de una sociedad edificada en la intolerancia y la insensibilidad, en nosotros están los estragos de generaciones que estuvieron mucho tiempo distanciados de la emoción. Así que sí, somos la generación de cristal, desarrollados con hipersensibilidad a lo que nos rodea, una hipersensibilidad que nos ha hecho cuestionarnos lo que anteriormente se tenía como verdad, por eso los ideales, que con tanta pasión defendemos, no vienen de un rincón inhóspito de nuestro ocio, ellos nacen del hastío por el discurso de odio que las generaciones que no sienten dirigen a nosotros. ¿Sientes que lo que digo es repetitivo? Pues aún más cansino es hacer valer nuestras opiniones frente a una sociedad que encuentra la solución a cualquier problema social fingiendo que no existe. Georges Minois exponía, apoyado en la historia griega, que la risa tenía fines depurativos, pero que los humanos no podían reír todo el tiempo, pues esto traía efectos negativos, como el castigo de los dioses. ¿Podría considerarse esto un castigo a las generaciones que no sienten? No sabría responder a eso, pero es claro que la risa de las generaciones que no sienten, que conocemos actualmente, ha perdido cualquier rastro de sus propiedades depurativas, y, como todo virus hace, al final ha penetrado en nuestra (no tan frágil) generación de cristal.

Queriendo que esto llegue a alguien, Mariana Cadena.




La imagen adjunta fue tomada de:
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